Homenatge a Dürer II (marrón), 2004

Sobre la obra:

La naturaleza ha sido desde siempre un motivo de inspiración para los artistas. Uno de los más insignes fue Albrecht Dürer (1471-1528), a cuya capacidad de observación e interés naturalista debemos un legado de excelsos dibujos y grabados. La admiración de Joan-Pere Viladecans (Barcelona, 1948) por Dürer se hace patente en los dos aguafuertes Homenatge a Dürer I y II, en los que el conocimiento y el placer estético se funden sabiamente. Como Dürer en su tiempo, Viladecans pretende desvelar con su pintura el orden y el sentido secreto de las cosas del mundo y adentrarse en la senda del conocimiento de la vida por medio de la creación de un arte que se sustenta en una teoría del mundo. En los grabados aparecen, como si de un libro de ciencias naturales se tratara, una mosca, una rana y unas plantas con sus raíces, hojas y frutos. Viladecans no se detiene en el detalle de lo superfluo, sino que recupera lo esencial en cada una de las imágenes. Las potentes formas adquieren un relieve y parecen haber sido prensadas en el papel, en el que dejan plasmadas sus estructuras impregnándolo con sus jugos y dotándolo de una especie de pátina que baña toda la composición. En Homenatge a Dürer I y II el artista catalán exhibe de nuevo unas tonalidades rojas, negras y blancas de gran intensidad y viveza. Se trata de una bella ofrenda, en la que materia, forma y color se combinan con perfecta armonía. La búsqueda de una esencia pura es premiada con el hallazgo de una verdad subjetiva.